“Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos.” Esdras 7:10
La Biblia es uno de los libros más vendidos en el mundo entero. Muchos son los que la citan en diferentes momentos de sus vidas o que la abren con la esperanza de encontrar respuestas a sus interrogantes.
No es para menos ya que no es un libro mas, es el manual de vida que el Creador de todo lo que existe nos ha dejado para que entendamos y conozcamos lo que nuestra mente finita, limitada y corrompida no logra captar.
Es por ello la importancia de aquellos que han consagrado sus vidas para estudiar y enseñar las verdades transformadoras de la Palabra de Dios.
Esdras era uno de ellos y por eso en este resumen creo ver las claves de un exitoso ministerio en aquellos que quieren salir de la pasividad ante las Escrituras para dejar de ser meramente oidores y volverse en hacedores.
“…había preparado su corazón…” El comienzo radica en el interior del hombre. La raíz del verbo hebreo “preparar”denota estar asentado con firmeza, anclado y afirmado con seguridad*. De esto podemos deducir que es necesaria una firme profesión de fe de aquel que aspira a servir a los otros por medio de la Palabra. El haberse apartado del pecado y volverse a Dios en una actitud de humildad y obediencia son señales claras de que las anclas del Evangelio han amarrado su corazón.
“…para inquirir la ley de Jehová…” El tener una actitud desganada o descuidada frente a las Escrituras no es compatible con el llamado del hijo de Dios. El inquirir implica investigar ,buscar, estudiar ,lo cual demanda esfuerzo y perseverancia. No siempre vamos a estar con ánimo de pasar horas delante de un texto bíblico o de esforzarnos para no quedarnos con lo que esta en la superficie. Es necesario también sujetar fuertemente nuestras ideas preconcebidas para que al enfrentarnos a un texto le permitamos al Espíritu Santo decirnos todo lo que tiene para enseñarnos. Siempre que presento este motivo en oración a Dios me imagino la Palabra como un cofre lleno de tesoros y veo mis manos hundiéndose en él para sacarlas llenas de joyas .Cuando saco mis manos del cofre sigue estando tan lleno como al principio. Así es con la Palabra de Dios, metamos nuestras manos hasta el fondo y saquemos de Sus tesoros porque nunca se acabarán y estos son los que realmente nos enriquecen ante nuestra pobreza espiritual.
“…y para cumplirla…” Santiago 1:22 en la versión NVI dice:”No se contenten solo con escuchar la Palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.”Me intrigó la frase: no se contenten. Es sinónimo de decir :no estén satisfechos ,y en este caso con solo oír.¿Por qué habríamos de sentirnos satisfechos con solo oír y no hacer? Sugiero las siguientes posibilidades:
En primer lugar creo que el interés primordial sería guardar las apariencias. Consideramos mas importante el “que dirán” tanto por los creyentes como por el mundo .Entonces tratamos de quedar bien con uno y con otro siéndonos imposible un compromiso serio con los mandamientos del Señor ya que entraríamos en conflicto con uno de los bandos. Tampoco demostramos nuestros verdaderos sentimientos porque entraríamos en conflicto con el cuerpo de creyentes que se darían cuenta de quien realmente somos.
En segundo lugar y junto con el punto anterior demostraría un profundo desconocimiento de quien es Dios y en especial de Su Justicia. Podremos engañar a los hombres, pero…¿a Dios también? Siendo que Él demostró la gravedad del pecado y la importancia de la justicia al enviar a Jesucristo a morir en la cruz,¿será que pasara por alto nuestra doble vida?¿nos justificaremos de alguna manera con nuestros argumentos y razones ante Él? Quien piense que si ,lamento decirle, desconoce a la persona de Dios. Él demostró cuanto aborrece al pecado en la cruz y no habrá argumentos humanos que logren ocultar de su rostro nuestra maldad. Arrepiéntete y acude a Jesucristo ya que solamente en Él hay salvación y perdón de los pecados
“…y para enseñar…” Llegamos al final a lo que muchos piensan que debe ser el primer paso. Aquellos que quieran enseñar sin antes alcanzar una firme profesión de fe probada ante las mas diversas circunstancias y en constante crecimiento están destinados al fracaso.¿Guiará un ciego a otro ciego? es la pregunta que irónicamente nos despierta a la realidad de que aquel que enseña es necesario que haya preparado su corazón primero, no su intelecto, esto viene después, primero su corazón. Aquel que diligentemente se esfuerza por escudriñar la Palabra y la pone en practica se convierte en un buen maestro para muchos oídos cansados de mentiras y sedientos de la Verdad.